Primeras Fundaciones
RELATO SOBRE LAS PRIMERAS FUNDACIONES
Madre Eduviges Portalet

Con el título de «Misiones Dominicanas», la revista editada en París por los Padres Dominicos de esa Provincia con el nombre de «ANNEE DOMINICAINE», el 10 de enero de 1892, hablando de nuestra Congregación dice: «Los lectores de L´Année Dominicaine´conozcan que las Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción, cuya casa Madre se encuentra en Toulouse, han tomado a su cargo en Ecuador, la Leprosería de Cuenca».

He aquí algunos detalles sobre esta obra de abnegación, y de gloria para la Familia Dominicana… Acaba de enviarnos la muy Rvda. Madre General y Fundadora de la Congregación, en una carta del 12 de diciembre último:

«Muy Rvdo. Padre: Cinco fueron nuestras primeras misioneras. Se embarcaron en ´Saint Nazaire´, el 10 de julio del mismo año. El mismo día tomaron la dirección del Lazareto de la ciudad de Cuenca, en donde encontraron cincuenta leprosos. Estos pobres enfermos muy pronto pudieron darse cuenta de la abnegación de las Hermanas venidas de Francia para aliviarlos, cobraron confianza y se acercaban a ellas como a sus mejores benefactoras».

«Las Hermanas, vieron muy pronto abrirse, cerca del leprocomio un nuevo campo para su celo apostólico. La Municipalidad de Cuenca ha establecido en ese lugar una escuelita, frecuentada por las niñas indígenas de los alrededores. Estas pobres niñas, no conocían las cosas más elementales de la vida civilizada. Después de algunos meses, ellas se han transformado. La instrucción no ha sido descuidada, han aprendido catecismo, lectura, escritura, trabajo manual, etc. En el primer examen al que asistieron, el Sr. Obispo, varios miembros del Clero, gobernantes de la ciudad, como también los administradores del Leprocomio, todos han podido constatar el progreso de los alumnos (la escuela era mixta). Las alabanzas a las Dominicas estaban en todos los labios y aún en la prensa del lugar. Dios sea loado por estos éxitos y las glorias se deben a sólo a Él».

«Muy pronto el Padre Duranti, Prior del convento de los Dominicos de Cuenca y verdadero padre de nuestras Hermanas, así como todos los Padres del convento, sus protectores abnegados, comprenden la necesidad de abrir un Noviciado en Cuenca, para responder a los perseverantes deseos de varias señoritas de la ciudad que, desde hace algún tiempo, ya desean acogerse a la bandera dominicana. Este Noviciado, se instauró el día del Rosario, el 7 de octubre de 1890. Después de un Postulantado fervoroso y prolongado, las aspirantes en número de nueve, han sido admitidas a tomar el hábito, el 30 de agosto de 1891».

«Una segunda Escuela municipal ha sido anexa al Noviciado. En este momento cuenta ya con 195 alumnas, que reciben el bien de la educación cristiana».

«El 26 de mayo último, tres Hermanas francesas de nuestra Congregación se embarcaron en Bordeaux para llevar a las hermanas del Ecuador el apoyo de su celo y de su servicio. ¡Más, dolorosas pruebas las esperaban! El viaje fue penoso y largo. Una de las hermanas, al llegar a Panamá, fue atacada por la fiebre amarilla, ella debía quedarse para ser atendida; mas, sus desoladas compañeras tenían que partir y la dejaron en las manos caritativas y cariñosas de las Hermanas de San Vicente de Paúl. La prueba no se detuvo aquí; desembarcando en Guayaquil, otra hermana es afectada por la misma fiebre y muere cinco días después, rodeada de los afectuosos cuidados de las Hermanas de los Sagrados Corazones. Entonces, tenía que alejarse de esta su última compañera que llega sola a Cuenca. Ella estaba convencida de que sus dos hermanas habían fallecido».

«Sin embargo, Dios quiso contentarse con una sola víctima. Dos meses después, nuestra querida Hermana Imelda curada de la fiebre, deja Panamá, sube a su vez la penosa montaña y aparece en Cuenca como una resucitada, a los ojos de sus Hermanas que la habían llorado ya muerta».

«La tumba de la joven víctima, no tardó en volverse un apoyo para la fundación naciente. Durante estos últimos días, el 13 de octubre, nuestras Hermanas han logrado hacer una nueva fundación en Gualaceo, pequeña ciudad situada a un día de camino a caballo desde Cuenca. Esta ciudad ofrece a nuestras Hermanas un hospital y una escuela municipal con trescientas alumnas»

«Estoy feliz, Rvdo Padre, de daros estos detalles, les interesará a nuestros lectores, amigos de la gloria de Dios y de la Familia Dominicana. La mies es mucha y los obreros pocos. Entonces, si alguna amiga generosa siente el deseo de trabajar en este nuevo campo del Padre, que venga a golpear la puerta del modesto Noviciado de la Rue ´Monplaisir´de Toulouse; aquí será recibida por corazones amigos y fraternales que le ayudarán a realizar sus santos deseos».

«Reciba Ud., Padre, la expresión de mi profundo respeto y de mi fraternal deseo de servirle» «Vuestra humilde Hermana en Santo Domingo».

Sor Eduviges Portalet
Priora General